quinta-feira, 17 de julho de 2008

Remedios Varo, las metamorfosis


Las barreras de lo ¨real¨ deben haberse desdibujado en la convivencia con el poeta ( Benjamín Péret), de talante apasionado, irreverente, desorganizado, que en cuanto a sus ideales no hace concesiones. Si bien las referencias pictóricas de la posterior obra de Remedios son múltiples e importantes, el principio de su mundo poético e incongruente, humorístico y paradójicamente verosímil proviene del espíritu de Benjamín Péret. No hay poesía más sencilla, más cotidiana en su lenguaje, en sus elementos constitutivos y, al mismo tiempo, no existe un universo más desconcertante, inimaginable y mágico – comparable quizás con el de Max Ernst, en las artes plásticas – que el creado por Benjamín con las palabras de todos los días. Así, el mundo a que da lugar el pincel de Remedios, años más tarde, se ubica, muchas veces, en ámbitos que nada tienen de extraordinario, pero cuyas partes han sido estructuradas de tal forma que resultan sorprendentes. Tal es el caso de escenas como Mimetismo (1960) , Visita inesperada (1958) y Fenómeno (1962) , entre otros, en los que en medio de lo trivial surge el prodigio, lo insólito.

Estos años fecundos de intercambio entre lo lúdico y lo onírico van preparando el espíritu de Remedios para el encuentro con lo maravilloso: la concretización de su íntimo universo personal en su pintura.

Mientras tanto, debe sufrir una serie de pruebas. En 1939 enfrenta nuevamente el estado de guerra. Tras múltiples peripecias se refugia en Marsella, con Péret. De ahí pasan juntos al norte de África y poco después se embarcan para México, en cuyas costas desembarcan el 15 de diciembre de 1941.

Péret hablaba desde tiempo atrás de su deseo de conocer México. Le atraía su cultura antigua – sus mitos, sus pirámides, su magia – y el soplo revolucionario que lleva a Lázaro Cárdenas a la presidencia, lo cual permite que nuestro país se convierta en refugio de Trotsky y de los republicanos españoles.

La constante de la vida de Remedios y Benjamín es la pobreza. Pasan dificultades económicas pero, en cambio, se rodean de un puñado de amigos con quienes logran restablecer el ambiente de estímulo y fraternidad que habían conocido en París. En este grupo se encuentran Katy y José Horna, Leonora Carrigton, Gunther Gerzso, César Moro, Esteban Francés, Octavio Paz y algunos otros. Marginados del ámbito ¨oficial¨ de la cultura nacionalista posrevolucionaria, se construyen un universo aparte en el que juegan, inventan, ríen y estructuran mundos fabulosos desbordantes de imaginación y humor. La actividad colectiva asume de nuevo un plano importante, sin sufocar la voz individual.

Remedios debe, no obstante, dedicar buena parte de su tiempo a empresas ¨redituables¨, para poder subsistir con su poeta y sus gatos. Péret, entre sus reuniones con los trotskistas y sus investigaciones sobre los mitos y leyendas indígenas, gana un poco de dinero como maestro de francés en La Esmeralda, como editor de la revista lIFAL , y con artículos en periódicos y revistas. Remedios realiza trabajos publicitarios y de decoración. La vida es dura, pero ofrece momentos placenteros. Con Leonora Carrigton establece una amistad entrañable y una complicidad intelectual que las lleva a sumergirse en lecturas esotéricas e indagaciones sobre hechicería, en mercados y pueblos mexicanos. Realizan, medio en broma, medio en serio, experimentos mágicos en la cocina. Testimonio de ello es el divertido texto de Remedios, Receta para tener sueños eróticos. Aunque lejos del núcleo parisiense del surrealismo, nuestras artistas permanecen fieles a sus postulados: el sueño, la poesía, el conocimiento arcano, la magia...


ANDRADE, Lourdes. Remedios Varo, las metamorfosis. México: Consejo nacional para la cultura y las artes, 1996, pp. 23-26

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