quinta-feira, 16 de julho de 2009

Fando y Lis no Historia documental del cine mexicano

García Riera, Emilio. Historia documental del cine mexicano. Vol. XIII, 1966-1967. Guadalajara: Universidad de Guadalajara, 1994, p.256-262.

Filmada de julio a diciembre de 1967 con un costo aproximado de 800 mil pesos. Estrenada el 8 de junio de 1972 en el cine Roble (cuatro semanas). Duración: 95 minutos. Autorización D.

Sinopsis del argumento. El joven Fando lleva en una carretilla a la paralítica Lis para buscar la mítica ciudad de Tar. En una suerte de muladar, los asistentes a una fiesta vendan a Fando y lo llevan con unas mujeres desnudas, a quienes él acaricia hasta descubrir, ya sin la venda, que ha besado a un hombre. Fando arroja las monedas que los presentes le dan por haberlos divertido. La pareja encuentra en su camino a personajes diversos: un obispo sucio y grosero, unos tipos metidos en unos huecos en la tierra, gente desnuda chapoteando en el lodo, tres ancianas que juegan baraja apostando duraznos en almíbar que dan de comer a un joven musculoso, una negra vestida de fetiche erótico que da latigazos, el padre de Fando, que sale de una fosa desplazado por su hijo, un tipo que abre una hendidura en una muñeca, a modo de sexo, y mete en ella serpientes, unos homosexuales disfrazados de vampiresas que provocan una inversión en los comportamientos sexuales de Fando y Lis, un viejo que saca sangre de Lis para darla a su hijo ciego, pero que bebe casi toda él, una mujer emplumada que lleva a Fando con la madre agonizante del joven; Fando estrangula a su madre con los cabellos de ella. La pareja va a hacer el amor, pero salen unos puercos del sexo de Lis y él encadena a la joven, la desnuda del todo, la ofrece a tres tipos para que la acaricien, le pone unas esposas, la hace arrastrarse y la golpea. Muerta en su ataúd, Lis es devorada por gente que corta su cuerpo con tijeras. Fando carga a Lis sobre sus espaldas y la lleva a un cementerio, donde ambos quedan cubiertos por hojas. Los fantasmas desnudos de Fando y Lis se alejan por el bosque.

Comentario. La anterior sinopsis sólo puede dar una idea muy inexacta e incompleta del contenido de esta película independiente y del todo atípica. Sí puede servir en cambio para explicar el porqué del escándalo que provocó y de las dificultades opuestas a su exhibición pública. Dividida en cuatro cantos, la cinta hace aparecer entre otras muchas cosas un gramófono, muñecas, un ratón blanco, un titiritero interpretado por el director Jodorowsky, huevos rotos que ensucian manos, un piano en llamas, un cementerio de automóviles, jaulas, una araña quemándose en gran acercamiento (leit motif visual) y un perro con una flor en la boca que inspira a Fando una canción acompañada por el ruido del tambor que el joven lleva: “qué bonito es un entierro y llegar a un cementerio con una flor y un perro”. Otros sonidos son una tonada norteamericana de los años treinta (creo), latidos y zumbidos. Los escenarios resultan claustrofóbicos, nada pulcros y atiborrados de cosas y seres en obsequio de una manía acumulativa. Se recurre al flash, y Fando, en su relación con Lis, pasa con gran rapidez de las declaraciones de amor y arrepentimiento a los insultos, reproches y agresiones. Quizá lo más significativo de la película sea la secuencia de la madre agónica, recostada entre flores, que atraganta a su hijo Fando dándole a comer huevos duros antes de que él la estrangule y le quite las pestañas postizas; un flash decididamente psicoanalítico muestra a Fando de niño obligado a besar a su madre – agónica, para no variar – , que es una gran artista; todos aplauden cuando ella declara: “agonizo por uestedes”; “¡bravo! – gritan – nadie agoniza como ella”; como “regalo final”, la madre descubre detrás de unos trapos al padre escondido, a quien todos amenazan por fusiles; la madre reprocha al padre que “cuando yo quería… tú no podías… cuando tú podías, yo no quería”; cortan el corazón del padre y sale de él un pajarito.

Según la publicidad de la película, podía verse en tales desahogos “el infierno de Dante y la Odisea”, “el Apocalipsis y un cuento de hadas”, “la historia de un crimen y un análisis del inconsciente”, “un film de aventuras, una crítica a los vicios de nuestra sociedad, una visión del mundo después de la guerra atómica, un tratado de alquimia… o un largo sueño”. Además, la mítica ciudad de Tar buscada por Fando y Lis “puede simbolizar lo que el espectador desee: la felicidad, Dios, la realización sexual, la justicia, etcétera”.

Ese catálogo de posibilidades convertido en fuente de escándalo fue obra de Alexandro Jodorowsky, chileno de 37 años, hijo de rusos judíos, que trabajó en París con el mimo Marcel Maceau (francés cursi y “poético”) y ganó fama como hombre de teatro en México. En 1961, Jodorowsky fundó en París el movimiento pánico (sus principios: empleo constante de ceremonias, como la ceremonia del té japonés y los ritos vudús) con el dibujante Topor y el dramaturgo español Fernando Arrabal, cuya pieza Fando y Lis montó dos veces en México: en 1962, con Beatriz Sheridan y Héctor Ortega, y en 1967, con el argentino Sergio Klainer y Diana Mariscal, o sea, los mismos actores de la libérrima versión cinematográfica de la obra, filmada poco después de la segunda puesta en escena teatral.

La película, pensada al principio como corto metraje, pudo iniciarse gracias a la aportación económica de un joven de 26 años, Samuel Rosenberg, que morriría quemado en su departamento antes de que Fando y Lis fuera concluida; su padre, el joyero Moisés Rosenberg, formó con Roberto Viskin una sociedad que permitió terminar la película. El rodaje resultó duro, pesado y cruel; escribió el propio Jodorowsky para El Heraldo Cultural (17 XI 68):

El heroísmo de mis actores llegó al máximo cuando decidí filmar una escena donde Lis aparecía acostada sobre una montaña de cráneos de vaca (…) El olor a podrido era dantesco. Todos filmaban con pañuelos en la cara. Yo, “ido”, no me daba cuenta y me demoraba horas en cada toma. Diana (Mariscal) no decía nada, pero cuando terminó la filmación comenzó a llorar incontroladamente. Los cráneos de las vacas estaban poblados de gusanos. Ése era el accidente que yo quería. Lanzar un joven cuerpo desnudo sobre una montaña de muerte. ¡Y al cuerno de las “tomas”, los “ángulos”, los “efectos”!

La película se exhibió en la Reseña de Acapulco, en noviembre de 1968, y ahí s eprodujo el escándalo. Hubo protestas del público, no pocos cineastas se declararon indignados en nombre de sí mismos y de la familia mexicana (uno de ellos, Servando González, no mencionó en balde el artículo 33 constitucional; Jodorowsky podía ser visto como un “extranjero pernicioso”) y el STIC denunció irregularidades en la filmación independiente de Fando y Lis. Tampoco fuimos pocos quienes defendimos a Jodorowsky y su película, aun algunos, como yo, no entusiasmados con ella. Sin embargo, Fando y Lis sólo pudo tener estreno comercial en 1972 y fue autorizada únicamente para mayores de 21 años. Su éxito de público fue considerable, y se ganó elogios críticos de calidad.

A mí me abrumó el solemne y quejumbroso simbolismo de Fando y Lis, y no he logrado cambiar de opinión. Es posible, sin embargo, que una cruel posteridad me incluya en la muchedumbre incomprensiva del genio.

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